lunes, 8 de diciembre de 2014

Ella poseía una constelación
de estrellas en su cuerpo
que modestamente
llamaba pecas
y yo
me moría por contar.
Tenía una risa escandalosa,
una forma inusual de seducir.
Su cabello jugaba con la luz
a cambiar de color
y el viento
siempre estaba a su favor.
¿Ya les conté?
Encajaba perfecta
entre mis brazos,
debajo de mi mentón
a la altura exacta
para besarle siempre la frente.
Me hacía soñar
con caminar con los dedos
sobre su espalda...
Y no pude ni sujetar su mano.
¿Qué sucedió?
Solo me dejó a un lado
de la cama
con su olor en las sabanas.
Cúando desperté
fue como si nunca
me hubiese pasado.

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