viernes, 26 de septiembre de 2014

Minina.

23:49
No sé cómo entender
que las personas
entren y salgan de mi vida,
como si de ascensores se tratara.

Lo que si sé
es que tú y mis ganas,
son eternas cómplices.
Suelo descubrirme mirándote
o me descubres tú a mí.
Como cuándo preguntaste
por qué escondo mis manos en los bolsillos
y respondí;
que oculto mis ganas de tocarte,
tus ojos fulminantes entonces
se posaron sobre mí
y desde allí
repito la escena:

Dos amantes bajo un cielo de universos
sentados sobre el suelo de flores luminosas...
pero ese es otro poema.

El punto es que
repito el cuento
como invocandote
mientras vos andas de gato pardo
en los tejados,
siempre escapando
y yo con miedo a las alturas.

Viene el mundo,
te silba y haces caso
vengo yo y te llamo,
te tomo la mano
y al instante de morderte los labios
bajas del ascensor.
Aunque vuelves perfecta.

Que lindo cómo juegas a encantarme,
de nuevo,
con tus caricias,
en mi paladar.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Razones para no ir a un bar.

6:12

Llega la noche del fin de semana, una extensa noche de dos días en los que por condicionamiento siento ansias de salir a lugares como un bar.

La misma música de siempre, las mismas personas, la misma cerveza, pero más cara y las mismas ganas de que pase el tiempo rápido para poder marcharme con la única satisfacción -Si acaso-  de haber cumplido con no sé qué capricho. El deprimente taxi también caro, con aquellas canciones que juegan con las luces de la ciudad y me terminan de completar esta soledad infinita.

El problema no son los bares, el problema soy yo y mis mil razones para no ir; como por ejemplo que tú no estás y que el alcohol me lo recalca a cada trago y que bailar sola me sale gratis en mi habitación y allí me cobran por ver una multitud de cuerpos sin Alma fundirse en un denso humo. Ellos son humo junto a sus cigarrillos que me dan tos y el olor me molesta, el calor me fatiga, las risas fingidas me aturden, las miradas intensas me persiguen y las horas pasan lentas.

Llego a casa una vez más atropellada por la realidad que en los bares por mucha película que se haga y mucho libro que se escriba mencionándolos, no hay poesía.

martes, 16 de septiembre de 2014

Yo me quedo llena de mariposas.

13:06
La caravana de gestos que proceden un encuentro,
La sonrísa en el momento preciso o equivocado,
La mirada ignorada,
El parrafo malinterpretado,
El nudo en la garganta que se desliza hasta tu pensamiento y te llena de dudas,
El silencio.

La vida del que no salta,
no por miedo
sino por falta de altura.

Mi historia la de siempre
que termina cuando las de otros me invaden
y no soy más que el cofre que las guarda,
aunque quiera cambiar protagonistas,
proporcionar un mejor final
no feliz
pero poco menos tampoco.

Yo la que escribe incesante
pero ¿Realmente me lees?
Es decir ¿Comprendes?
es decir, que de mis diez mil años de vida,
no hay mejores segundos que los que de a poco
he podido suspirar

Y cuando los taxis se marchan con todas las flores
yo me quedo llena de mariposas
que mueren.


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