Nunca te conté que solía despertar en las madrugadas cuando dormía a tu lado. Respiraba profundo ese aroma tan tuyo, me aferraba más a tu espalda y te besaba, como quien se abraza a la vida y como quien besa un sueño. 

La vida antes de ti me pareció un naufragio y ahora los días sin ti, una pérdida de tiempo. Suelo sentir que nada tiene sentido porque ya no me conduce a tu lado. De nada me valen los amaneceres, las tardes, las fiestas, esta casa tan fría sola, el mundo sin ti. Recordarte es lo que me da aliento por las mañanas, recordar tu sonrisa, la pereza con la que despiertas y lo mucho que te cuesta salir de la cama, ese gesto que siempre tienes arrugando la frente, la lentitud con la que te pones los zapatos y que nunca utilices medias, las cincuenta veces que te pasas la mano por el cabello y como te encantaba que estuviera todo el tiempo encima de ti en la cama, en la ducha, mientras cocinabas.

Es que antes de ti no conocía el amor, me parecía un poco de conformismo e inseguridad. Pero a tu lado descubrí que amar es nunca rendirse, es seguir amándote después de las desilusiones y amarte más aún porque aunque estés lejos y todo vaya mal... Sigo enamorandome más de ti a diario.

Y en este punto de mi vida, amarte es lo único que se hacer.