lunes, 5 de diciembre de 2016

Somos del cielo.


No creas que he olvidado los cuentos que inventabas para mi cuando no lograba dormir.

   Somos del cielo.


I la selva nos da y el cielo nos guia.

En una selva tropical y muy muy calurosa  había una zebra solitaria, alguna vez había sido una zebra muy popular y vivía rodeada de amigos, pero desde hace algún tiempo prefirió alejarse del bullicio de la vida selvática y aislarse en su pequeño mundo.  

Su nombre era Debra o "duyi" como la había apodado su amiga  jirafa antes de emigrar al norte. Debra pasaba sus días trabajando en el río o pastando en su diminuto hogar entre los arboles y durante las noches observaba las infinitas constelaciones en el cielo y pensaba como cada una representaba a un ser. Habían estrellas que si las unías hacían la forma de una jirafa y se sentía melancólica extrañando a su querida amiga que se había marchado. Por otro lado, habían también constelaciones que le recordaban a los buenos amigos que aún se mantenían cercanos, como aquella que se asemejaba a un gato y se parecía a su amiga lu, o la del león y la del mono. 

Duyi se había acostumbrado a la soledad autoimpuesta, aunque algunas tardes solía frecuentarse con ciertos amigos la mayoría del tiempo prefería aislarse. Pero la vida y la selva siempre nos dan segundas y terceras, hasta décimas oportunidades de cambiar nuestra historia. Así fue como acontecimientos completamente aislados entre sí, llevaron a nuestra zebra a conocer por primera vez  un elefante mágico. 

Debra había escuchado hablar de los elefantes mágicos por su amiga elefante de la especie mortal y sin embargo aunque se topó con este peculiar ser, a primeras, no le sorprendió ni le simpatizo tanto. Por otro lado el elefante mágico apodado por sus conocidos como Bukitz sintió haber por fin encontrado el espécimen que por tanto tiempo había buscado, y es que nunca antes había conocido a una zebra, mucho menos a una que creyera en la relación que existe entre los animales y las constelaciones.

 Un viernes por la noche Duyi visito a Bukitz en su cueva situada al final de una montaña del este. Compartieron con un oso que mezclava la hierba con miel y rieron hasta la madrugada, mirando las luciernagas que iluminan la selva. El oso, como buen oso, se fue a dormir. Mientras que Debra y Bukitz se quedaron juntos a esperar el amanecer. 

El cielo empezaba a pintarse de rosa pero aún se alcanzaban a ver algunos astros. Debra le explicó a Bukitz que aquello que se veia allá, no era una estrella sino el planeta Marte, también le hablo sobre la importancia de los días impares. Bukitz se deleitaba con cada palabra y solia responder diciendo "Donde estuviste todo este tiempo" y Debra sonrojada le decia que; aunque no conocia la respuesta a eso, menos mal existian y no tenian que imaginarse.



II -¿Qué se siente ser un elefante mágico?


 

Las aventuras de Debra y Bukitz se volvieron incontables, iban de punta a punta por la selva, visitando y conociendo toda clase de animales. Locos, relocos y dementes. Musicos, deportistas, bailarines, vagos, contrabandistas, inventores e ingeniosos amigos que llenaban los días de historias insolitas. Mientras que por las noches Duyi y Bukitz se refugiaban juntos. Se unían en un abrazo que formaba nuevas constelaciones en el espacio, hablaban de sus vidas, de los miedos de su infancia, de los logros alcanzados, de la ansiedad que les producía el futuro.

  -¿Qué se siente ser un elefante mágico?
  -¿Magico? Yo no soy mágico.
  - Si lo eres  ¿Cómo explicas tus superpoderes?
  - ¿Cuales? 
  -El superpoder por ejemplo, de hacer que el mundo entero quede en silencio cuando me hablas.
  - Eh, yo no hago eso.
  - Si claro... así como tampoco eres capaz de resolver todo de la nada cuando pareciera que no hay salida de la situación.
  - Eso no es un superpoder.
  - También tienes el superpoder de hacerme olvidar todas mis responsabilidades.
  - Jajaja a ver, sigueme diciendo los poderes que no sabía que tenia...
  - No seas pretencioso, sabes que tienes muchos. El poder de convicción, persuasión... El poder de alcanzar lo que quieras, indudablemente.
  - Ya veo, me ves a mi, el ser mas vulgar y corriente de esta selva como "mágico" sólo por saberme algunos trucos y lograr escaparme de los problemas.
   - No es sólo por eso. Tienes el poder de cambiar mundos.
  - Tu eres la de los superpoderes. Tienes el poder de calmarme y centrarme ¡Eso si es mágico! o de entender y memorizar los mapas del cielo cuando yo apenas sé localizar la luna y es porque es muy grande y obvia.
    - Deberiamos hacer algo importante con nuestros poderes.
    - ¿Qué se te ocurre?
    - Deseo irme muy lejos y te llevaría, si te dejaras llevar...
    - ¡Vamos a Marte! ¡Tú sabes donde queda!

 III El plan de Vuelo.


Requerían de una nave, pero mientras se las ingeniaban para conseguir una, Bukitz realizaba el plan de vuelo. Dibujaba con esmero lo que parecía una especie de mapa  mientras le decía a Debra "¡No mires! ya te muestro" Debra por otro lado ojeaba libros de cohetes y naves espaciales buscando algún modelo que pudiera servirles y leyendo instrucciones para viajar al espacio. Sabía que no era una misión simple y que se requería de equipos especiales que no se encontraban con facilidad. De lo metódico se encargaba ella y de lo mágico, fantástico e ingenioso se hacia cargo Bukitz.

   -Listo, te explico: Primero haremos una parada en la luna, porque también quiero conocer la luna y porque el viaje directo a Marte requiere de demasiadas horas. Hay que hacer una parada, recargar energías y ¡comprar más hierba en la estación interplanetaria! tengo un amigo que nos ayudará con eso. Luego en la luna iremos al extremo más cercano del planeta rojo y de ahí, vamos a Marte.

 - Es un excelente plan, muy bien pensando, lo principal ahora es conseguir una nave en la que quepamos los dos y podamos llevar todo lo necesario. 
- No te preocupes por la nave, ya lo tengo resuelto. Yo la construiré.
- Pero ¿cómo?
- Recuerda mi superpoder de resolver todo lo que parece no tener salida. Sólo necesito tu libro de cohetes, ya verás, te sorprenderé, construiré la mejor nave.

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Mientras Bukitz construía la nave, debra se impacientaba. La construcción requería de toda la atención de Bukitz lo que hacía sentir de nuevo aislada a debra quien empezó a creer que lo mejor era abandonar los planes. Ir a Marte era demasiado lejos y ¿Volverian? O se quedarían el resto de sus vidas en Marte, ¿Eso era lo que deseaba para ella? ¿Bukitz quería quedarse en Marte el resto de su vida? ¿Y si la abandonaba? Se sentía muy insegura. Por primera vez en su vida temía perder a alguien, estaba acostumbrada a que todos en cierto momento se fueran y no era una zebra de andar en manadas, pero ese elefante mágico llenaba por completo sus vacíos y aunque este no estaba planeando irse a ningún lado sin ella, Marte parecía un lugar peligroso que podía separarlos.


               IV Aterrizaje forzoso en la luna.


Las inseguridades de Duyi la desconcentraron de sus tareas para el vuelo. Dejó varios insumos importantes y olvidó recargar el combustible necesario para viajar a la velocidad correcta a la luna, esto produjo la necesidad de viajar aún más rapido de lo previsto lo que ponía muy nervioso a Bukitz quien acostumbrado a viajes lentos, se sentía presionado en hacer funcionar la nave pese a los inconvenientes del vuelo. Justo al salir de la atmosfera terrestre empezaron a discutir sobre la velocidad ideal, sobre el manejo del cohete y cómo ambos debían de encargarse del mantenimiento de la nave. Era poco el tiempo que compartian juntos dentro del cohete.

En ocasiones estamos tan lejos de la persona que tenemos justo al lado, que Debra sentía que aunque se encontraban en esos momentos flotando en el espacio, lo que los mantenía unidos se habia quedado abandonado en la tierra. 

El aterrizaje fue un desastre. Los motores del "cohete ziggy" se hicieron pedazos. Ahora en la luna no sólo debian recargar combustible y hierba sino también empezar de cero. Había que reconstruir la nave. Debra se sentía profundamente culpable, Bukitz frustrado, cansado y un tanto desilusionado del viaje. Guardaron lo que quedo de la nave en la estación interplanetaria y buscaron refugio, pero esta vez por separado.

Bukitz retomó el animo y se reunió con sus amigos que vivian en la luna. Debra buscó el lugar más recondito para aislarse. Los días empezaron a transcurrir y parecía que empezaban a olvidarse de la nave. Se extrañaba tanto las risas, los chistes malos, el salir e ir a todas partes para volver a refugiarse bajo las mismas estrellas, el "Hmm ¿Qué haces?" la aventura, y el cariño que igual que el combustible, se había agotado en ese cohete.


V No hay vuelos comerciales a Marte.


Se distanciaron algunos días pero tarde o temprano había que enfrentar la realidad. O vamos a Marte, o nos quedamos en la luna, o cada quien hace sus propios planes. Hablaron sobre la mejor opción, en la luna era casi imposible reconstruir el cohete, el polvo lunar no dejaba ensamblar nada correctamente y se necesitaba de equipos que por estar en la luna eran ridículamente costosos y dificiles de conseguir.
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Preguntaron en la estación lunar sobre los vuelos disponibles y al ser marte un planeta demasiado rojo y para parejas, no habían vuelos comerciales. Los demás destinos disponibles por el momento eran: La tierra el planeta donde todo es posible, Venus el planeta de la lujuria y Saturno el planeta de la locura y los discos.
Donde dijera locura Bukitz iba a querer estar y sus ojos brillaban leyendo todo lo que el folleto del viaje a Saturno ofrecía, además que le encantaba perseguir discos y se imaginaba ya participando en las competencias que realizaban allá.
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Debra deseaba regresar a la tierra, miraba con tristeza aquella esfera azul donde se encontraba todo lo que la hacía sentir a gusto, pero sabía que al volver perdería para siempre a Bukitz. Ella quería que el elefante fuera feliz y persiguiera sus sueños, y sus sueños ahora eran Saturno. Así sin despedirse abordó un cohete a la tierra.

A veces es mejor irse sin avisar, porque el dolor de decir adiós de frente es innecesario cuando los finales son muy obvios.

VI Somos del cielo.

De nuevo en la tierra y entre sus palmeras, Debra o Duyi o como la quieran nombrar, miraba el cielo, miraba la luna y se preguntaba si su amigo seguía ahí o había decidido perseguir sus sueños. Y entre las estrellas encontró una constelación que parecía un elefante, constelación que al mirarla haría sentir presente a Bukitz. Reflexiono entonces: "Entre lo maravilloso del universo está el hecho de que todos nos encontramos reflejados en el, a todos nos recuerda, todos somos uno con el universo."

Somos del cielo infinito, porque venimos del cielo, estamos hechos de polvo de estrellas. No pertenecemos a un lugar o a alguien, más sin embargo nuestra esencia está y estará siempre presente en aquellos que nos han querido.  

La distancia se vuelve diminutos centímetros en el mapa y los silencios nos pueden decir más que las palabras. La formula a veces se encuentra en simples gestos, en pequeños detalles que nos marcan, como tus dedos caminando por mis manos o todo lo que ignoras que me enseñaste. Te dije elefante: tienes el poder de cambiar mundos y el mio sin duda lo cambiaste, no soy la misma.

Y si un día vuelves a soñar con  ir a Marte no olvides invitarme.

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