domingo, 6 de septiembre de 2015

Distancia.

¿Qué pasaría si olvidáramos todas las palabras? Si en vez de no tener que decir, no tuviéramos como decirlo ¿Qué método para comunicarnos utilizaríamos? Tal vez volveríamos a dibujar animales en los muros o a contar historias con arboles y niños que corren, pintados sobre las rocas de alguna montaña. O a dejar nuestras manos implícitas como señal que estuvimos ahí, que queremos estar ahí, que tememos ser olvidados.

Tú no estas aquí, quieres estar aquí, temes ser olvidada, lo sé. A veces no encuentras la forma de hacérmelo saber, a veces no tienes nada que decirme. También sé que esperas para hablar, extiendes las palabras como si al alargarlas acortaras la distancia, como si al esperar hasta mañana para contarme algo hiciera que hoy y ayer fueran un mismo dia y así seria uno menos que contar en el calendario del tiempo que llevamos sin vernos.

Yo a diario tengo algo que decirte. Podría describirte cada instante de mi vida desde que no estas aquí, para que cuando lo imagines sea como si me estuvieras viendo. También puedo contarte lo que yo imagino, por ejemplo, cuando despierto, miro a un costado de la cama creyendo que estas ahí, veo como abres los ojos, me observas sonriendo y me das los buenos días.  Contarte que es un peligro que pase cerca del puente ya que deseo escaparme para ir a verte, aunque si fuera necesario yo viajaría miles de horas para estar a tu lado un minuto, dentro del cual, se encontrarían, los segundos más llenos de vida de éste cuerpo y ésta mente, que podrá olvidar las palabras pero siempre recordará como se sienten tus manos acariciando mi espalda. 




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