domingo, 1 de enero de 2017

Sacudelo que tiene arena.

Una vez escribí que la vida era como una playa. Y siendo mi vida una playa, tu recuerdo me inunda de la misma forma que lo harían las olas. Por las mañanas despierto con la marea baja, llego a sentir que de verdad lo he superado. Serena consigo ver lo positivo de mi realidad sin ti, camino, respiro, sonrío a mi reflejo en el espejo. Me digo a mi misma que lo estoy haciendo bien. Logro concentrarme en todo y vivo el día una hora a la vez.

Hasta que el cielo oscurece y brilla la luna, una luna que no sólo me recuerda a ti sino que me persigue. Se agita el océano que invade mi corazón, un océano de recuerdos que chocan uno a uno contra mi pecho. La marea sube y me ahogo, me ahogo en cada palabra que no deje salir, en cada discurso que preparé y no tuve el valor de decirte cuando te tuve de frente, me ahogo en el silencio de los días en los que ya no hablamos, me ahogo en las lágrimas que no me permito llorar y en las que se me escapan, me hundo de nuevo en la almohada, toco fondo. Nunca aprendí a nadar así que no me resisto, me dejo llevar por la tormenta que se desata cada vez que te pienso.


Pero por la mañana despierto de nuevo en la orilla, naufraga de mi propia vida.  Me sacudo la arena del pasado, me pongo de pie y continuo porque estoy segura de dos cosas: Un día aprenderé a nadar y un día te olvidaré. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Contacto

Email: badelldayana@gmail.com