viernes, 28 de abril de 2017

Carta a la luna.

Venía llena de ideas, ideas acerca del futuro, cientos de ideas. Un camino trazado estrictamente solitario. Alquile, amoblé y habite una pequeña isla en medio de la nada. Mi corazón, aniquilado en decenas de batallas de amor se resigno tranquilo a vivir en el silencio de ese lugar.

Ahí fue que tuve la impresión que la vida era como una playa donde el Sol ilumina tus días y te colora la cara mientras que la arena se llena de huellas de todo aquel que te habita, donde también se desatan tormentas y las fuertes olas romperán contra tu alma, te inundaran, llegaran con toda su fuerza sin avisar y más vale que aprendas a nadar antes de eso o sabrás lo que es ahogarse en lágrimas saladas como el mar.

De noche la Luna rodeada de miles de estrellas... Me resulto tan mágica, eternamente enamorada de la única estrella que logra eclipsarla, su Sol. Fieles en su danza. Cualquiera s simple vista creería que entre la Luna y el Sol no existe relación alguna ignorando que en realidad es el Sol quien ilumina a la Luna y la Luna quien le permite descansar al Sol y, cada cierto tiempo, El sol eclipsa a la Luna, se pone tan roja, la llena de amor. Luego es el la Luna que a través de un abrazo astronómico oculta al sol para permitirle ver el infinito universo.


Yo en mi pequeña isla privada aprendí todo esto observando callada y cuestionaba si existiría una Luna para mi Sol. Para la luz que seguía intacta en el fondo de mi corazón. Una Luna fiel que iluminara mi oscuridad e impulsara mi vida como la Luna impulsa las olas y le da aliento al mundo. Cansada de estrellas fugaces y amores efímeros descartaba la posibilidad de que existiese alguien que albergara en su interior aquella Luna y en mi futuro desbordado de planes no había espacio para ilusiones de ese tipo.

Sin embargo, siendo la vida como una playa no puedes controlar o predecir quien llegara a tus orillas aun escondiéndote en la más remota isla, por eso una noche llegaste y me enseñaste la lección más grande de todas 'que había pasado tanto tiempo observando el cielo y nunca me había permitido tocarlo' lo creía inalcanzable, pero me llevaste y fue allí que te mostré la luz que escondía por tanto tiempo en mi pecho y no me dio miedo ser el Sol. Luego descubrí que aquello había sido posible porque tu eras la Luna que a partir de ese momento ilumina mis noches.

Ahora tengo la certeza que cuando me abraces también eclipsaras mi vida y olvidaré toda idea de futuro en la que no estés presente.

Con amor del Sol para la Luna.




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