Otro día de lucha en mi país. Otro día de muerte y vida. No tengo mucho que decir tanta impotencia al respecto me ha dejado con un silencio intenso. No puedo salir a protestar mi familia me lo impide y evito opinar. Cada palabra resulta también un balazo. Tampoco sé como culminará esto no es prometedor aunque intento ver la luz al final del túnel. No creo en Dios, pero tengo la impresión que inconscientemente he estado orando en silencio cada vez que leo sobre atentados contra los protestantes. Los ojos del mundo están sobre nosotros, como si fuésemos un espectáculo; otra película de acción digna de un Oscar ya que nadie se atreve a hacer algo al respecto. Analizo lo que acontece y quiero creer que es necesario que las muertes no son en vano que mi país está alzando la voz, pero me quiebro. Es muy difícil no llorar y tener miedo.
Otra noche de insomnio en mi país. Otra noche de disparos y sirenas. Pero sale el sol y me recuerda que la noche siempre es más oscura antes del amanecer, y entonces, renacen mis esperanzas y mi fé puestas en mi patria.
20 DE FEBRERO, OTRO DÍA PARA CAMBIAR LA HISTORIA.
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