viernes, 26 de septiembre de 2014

Minina.

No sé cómo entender
que las personas
entren y salgan de mi vida,
como si de ascensores se tratara.

Lo que si sé
es que tú y mis ganas,
son eternas cómplices.
Suelo descubrirme mirándote
o me descubres tú a mí.
Como cuándo preguntaste
por qué escondo mis manos en los bolsillos
y respondí;
que oculto mis ganas de tocarte,
tus ojos fulminantes entonces
se posaron sobre mí
y desde allí
repito la escena:

Dos amantes bajo un cielo de universos
sentados sobre el suelo de flores luminosas...
pero ese es otro poema.

El punto es que
repito el cuento
como invocandote
mientras vos andas de gato pardo
en los tejados,
siempre escapando
y yo con miedo a las alturas.

Viene el mundo,
te silba y haces caso
vengo yo y te llamo,
te tomo la mano
y al instante de morderte los labios
bajas del ascensor.
Aunque vuelves perfecta.

Que lindo cómo juegas a encantarme,
de nuevo,
con tus caricias,
en mi paladar.

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