sábado, 28 de marzo de 2015

La muerte de un universo.

Otra vez tú
vuelves a mirarme las piernas
haciéndolas temblar
como si tus ojos emitieran
una gélida brisa a mis huesos.

De nuevo
aprendo el idioma de tus gestos
cuando creí haber olvidado
que suspiras justo al sonreír.
Me siento del lado derecho
y el corazón se me muda de costado.
Recuerdo
que las historias
solo se repiten
por dos razones:
Para recordar por qué terminaron
o por no haberlas terminado.

Que justo
en ese instante
en el cual nos besábamos
estábamos perdiéndonos para siempre.
Así dos labios
que se encuentran
por primera vez
se convierten misteriosamente
en un punto y final.

Hasta allí
hubiese estado bien.
Nos hubiésemos lavado la cara
borrando indicios.
Pero no.
Fuimos más lejos,
entrando en el alma por los ojos
y saliendo en la entrepierna,
llegamos al punto de no retorno
sin poseer palabras.
El final se escribió solo,
formándose de silencio
donde el pasado es otro planeta

y el presente es la muerte de un universo.


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