miércoles, 3 de enero de 2018

Mi historia sobre la Carta Astral

Desde muy pequeña he sentido afinidad con la astrología y todo lo referente al mundo espiritual y esotérico, pero mi crianza siempre me alejo de esos caminos. Al ser hija de una madre evangélico cristiana, todo lo referente  al mundo astrológico era considerado mundano y peor aún, satánico. Eso reprimió mi deseo de aprender acerca del tema, sin embargo pese al impedimento de poder acercarme a la astrología, tuve la oportunidad de profundizar en la astronomía, pues también recibí la influencia de mi abuelo ‘Cesar Badell Raleigh’ un reconocido astrónomo  internacional que inculco en mí el amor hacia el Universo y su comprensión.

El Universo se abrió ante mí a través de innumerables libros y documentales que no sólo expandieron mi conocimiento acerca del Cosmos sino también hacia la comprensión de la vida misma. Gracias a la ciencia pude reconocer que nuestra materia está constituida en un 99% de energía y apenas un 1% representa la masa, somos energía pura en movimiento, energía que no desaparece más se transforma y se encuentra en constante evolución. 

También supe de la existencia de otros seres externos a nuestro planeta que influencian nuestro comportamiento en la tierra. Entendí entonces que todo lo que había aprendido acerca de Dios y la Biblia era cuestionable, no porque no creyera que Dios y el maestro Jesús existiesen, al contrario, son la mayor expresión de lo que es real y autentico, pero sus palabras y enseñanzas han sido tergiversadas durante milenios en función de crear confusión en la mente del hombre y desviarlo del camino de la iluminación. Volver su palabra dogmática y religiosa, más que acércanos a él nos aleja ya que Dios no tiene nada que ver con esos repetitivos rituales que utilizan las religiones para según ellos, acercarnos a Dios.

Para acercarnos a Dios el primer paso a dar es la comprensión del Universo pues Dios es uno con el Universo y nosotros al formar parte del Universo somos uno con Dios. Comprender esto significa comprender la vida y el sentido de nuestra vida, entonces si reconocemos que el Universo se encuentra en una constante expansión así pues lo debe estar también nuestra mente y espíritu.

Nos conectamos con el Cosmos al asimilar que somos uno con él. Sentimos su energía vibrante recorriendo nuestro ser, dándonos vida. Esa energía que nos fue otorgada al momento de la creación y que en cada vida que reencarnamos es vuelta a poner en estos cuerpos humanos. Somos hijos de las estrellas, estas incansables madres incubadoras donde se genera la energía de cada una de las vidas que existen en el Universo. Somos polvo de estrellas, polvo donde  Dios sopla para darnos aliento. Estas estrellas conformadas por las doce constelaciones que representan el zodiaco, junto al Sol, La Luna y los siete planetas que acompañan a la tierra en éste sistema  planetario, son las que orientan nuestro destino. La astrología es un lenguaje que al comprenderlo, el universo nos habla y nos da nuestra misión en cada vida.

Poseer la habilidad de traducir este mensaje sagrado que transmite el Universo a través de la Carta Astral es una noble misión que me siento orgullosa de llevar a cabo. Ser luz en las mentes de las personas y acercarlas al entendimiento cósmico, es sin lugar a duda una tarea extraordinaria, me hace sentir feliz y en armonía con mi espíritu que muchas veces fue alejado y castigado por desear aprender el oficio del astrólogo.

No soy la primera ni seré la última que haya sufrido un camino tormentoso hacia la iluminación, en el pasado incontables nobles seres, hombre y mujeres fueron perseguidos, aprendidos y asesinados en nombre de la astrología. Pero la Luz desde el principio de los tiempos y para siempre vencerá a las tinieblas.

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