sábado, 4 de abril de 2020

Pieza por pieza.

Estoy tratando de reconstruirme, de unir los pedazos que no me había tomado el tiempo de ensamblar. Tengo ganas de reír y llorar, de vivir. Cada día siento más ansias de estar sola. De vivir sola, de crecer por un momento sola. Y siento que algo en mi corazón se desprende, que juntas ya no emanamos la misma energía. Hay tristeza y nostalgia implícita en el proceso de perdernos, pero perdernos podría significar encontrarme a mi misma. Me has cortado tantas veces las alas que aprendi a volar sin ellas, en secreto, cuando no me mirabas. Y te juro que deseo que fuera diferente, que intenté enseñarte a volar para que lo hiciéramos juntas, pero estas atada al suelo por tus miedos e inseguridades, y tus ganas de rendirte parecen inagotables. Ya no me duele rendirme, ya no me duele perder lo que hemos intentado construir. Me duele más continuar aferrándome a ello. 


Gracias por todo. Aprendí tanto estando contigo, te amo por ello. Pero a partir de nuestra despedida te juro que nunca más voy a permitir que me corten las alas, ni que mis sonrisas dependan de las de alguien más, no quiero que mi sol salga solo a través de la mirada de alguien o que mi cielo se nuble si un día no están.  Ya basta de romantizar la dependencia emocional. Quiero amarme más que nunca, quiero amarme para que cuando alguien más lo haga no confunda amor con necesidad o con cualquier otra muleta que solemos llamar “amor” 



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