Ojos azul grisáceos.

Al otro lado de la ciudad
habían unos ojos azul grisáceos,
a veces pintaban el cielo de azul,
a veces de tonos grises
dependiendo del clima de sus abrazos.

Llevaba el cabello ondulado
y yo sentía que se me enredaban los sueños
entre su pelo.

Nunca la vi llorar,
era de esas mujeres
que cargan con la tormenta por dentro
aunque se inundara de tristezas.

Y le cortaba las alas a las mariposas
antes de que empezaran a volar.

Yo la quería
y aunque era inalcanzable como una nube
sabía quererme sin ser mía.

Al otro lado del continente
hay unos ojos azul grisáceos.
Ya no me miran,
ya no sueño con ser humo
para estar entre sus labios,
pero la recuerdo cuando anochece
o cuando la luna aparece de pronto a mitad de la tarde,
por ser siempre un astro,
que aun a lo lejos,
su luz en mi pecho,
resplandece.